lunes, 26 de junio de 2023

Mi amigo imaginario

La realidad supera a la ficción, es el caso de esta historia que parece un cuento.

Llega el momento de encontrarnos frente a frente. Naturalmente, me siento nerviosa pero sin duda alguna, ésta será una tarde muy feliz.

Como necesito mantener a raya estos nervios y renovar mi energía, me voy patinando parte del trayecto al punto donde quedamos de vernos. Yo sé que cuando llegue va a sonar Kiss de Lil Peep, simplemente tengo la certeza de que así será. Así lo visualicé desde hace días y no puede ser de otro modo. Se cumple, y no me sorprende demasiado. Llegando al lugar suena Kiss de Lil Peep, la escucho con atención mientras me quito los patines y me arreglo un poquito el cabello para encontrarme con él. Con mi amigo imaginario. 

Así como yo, muchos niños en la historia de la humanidad han tenido un amigo imaginario. En mi mundo interno existíó desde que yo tenía alrededor de 5 años. No recuerdo exactamente como apareció, pero mi abuelita paterna lo recordó siempre porque yo insistía en hablar de él, y en hacer valer su presencia. Mi amigo imaginario simplemente pasaba el tiempo conmigo, platicando, jugando, cocinando cosas imaginarias o sentado a mi lado cuando yo tocaba canciones en el teclado. Durante horas que se me hacían interminables viajando en el auto con mis papás o cuando nos dejaban estacionados en algún lugar, yo platicaba con él mentalmente, y me recostaba en su pecho para no sentirme sola. ¿Cómo era él? Cariñoso, confidente, mi cómplice. ¿Cómo era él ya en serio? Cabello oscuro, tez blanca, delgado, despeinado, la mirada intensa, vampiresca, su sonrisa perversa y cómplice, encantadora. 

Mi soledad volvía casi siempre y llegó un tanto despiadada a finales del año 2022. Me sentía triste  por mi condición de salud y otras pérdidas personales. Luchaba con una sensación de querer terminar mi vida. Aunque por fuera intentaba proyectar todo lo contrario y lo lograba. Estaba librando una lucha interna por permanecer, pero sin muchas ganas. Pocas personas sabían esto y lo desaprobaban, lo que me hacía sentir mucho más sola. Mi mente se había vuelto contra mi. Si no me creen déjenme contarles cómo un día iba contenta a mi entrenamiento de patinaje, y mi mente me dijo: No entiendo porqué estás feliz, no tienes salud, ni dinero ni amor. Era verdad, no lo tenía ni parecía que iba a alcanzar pronto nada de eso. Escuché a mi mente y me reí de su capacidad de molestar, ¿Qué más podía hacer?

Cumplía diario con mi trabajo y mi entrenamiento. Por momentos las cosas parecían perder el sentido. Patinaba hasta muy tarde y por las noches tenía insomnio desde hacía varios meses. Para el insomnio, uno de mis suscriptores de YouTube me había recomendado amablemente que cerrara los ojos y fingiera que estaba dormida. Así lo hacía cada noche. 

Una de esas noches estaba ya lista para fingir, cuando me llegó un mensaje. Dudé en atenderlo, pero lo hice y pude ver que era de un perfil sin nombre ni foto, sin contactos que me sirvieran de referencia, nada. Era misterioso. Le contesté solo porque me hizo una pregunta muy concreta sobre mi canal de YouTube. No fue difícil continuar la conversación porque era directo y frío, perfecto para comunicarse con una asperger como yo.  Las pláticas continuaron ocasionalmente en torno a la música. Tenía un tiempo que yo no hacía música, y sus pláticas me hicieron recordar lo bien que se sentía cantar. Recordé cómo cantaba de niña y tocaba canciones de oído. Una canción que me gustó mucho sacar cuando niña fue: “De mi enamórate” de Juan Gabriel, que era tema de una novela en aquel entonces. Qué canción tan bella y con una modulación épica al final.

Cuando se acercaba la navidad 2022 él me preguntó si tenía algunos propósitos para el año nuevo. Le dije que quería intentar leer un libro que escribió Bruce Lee y lograr algunos slides de patinaje. Como no me respondió nada de eso, pensé que mis propósitos le habían parecido algo tontos. Luego me preguntó si quería encontrar el amor, le dije que lo veía difícil, pero que sería bonito. Pensé: ¿Por qué no? Nada me cuesta soñar.

Cuando yo era adolescente mi amigo imaginario solía caminar a mi lado y platicábamos todas las noches antes de dormir. La relación con él obviamente se volvió romántica y a veces lo llenaba de besos hasta quedarme dormida. Comencé a componer música y le dediqué gran parte de las canciones que compuse. Una de las letras decía: Llegarás, un día vendrás. No me importa lo que diga nadie. Lo he dicho mil veces y una vez más. Porque no tiene caso estar aquí si lo que queremos no pasará. 

Pasó el tiempo y comencé a perder la esperanza de encontrarlo. Ya había sufrido mucho por eso desde la infancia. Pensé que él había sido solo un invento de mi mente para sobrellevar mi soledad, un gran autoengaño que viven tantos niños y que en mi había durado mucho más de lo normal. 

Volviendo a 2022, no me daba cuenta de que las pláticas con él antes de dormir se hacían más frecuentes. Comentábamos películas, intercambiábamos una que otra canción. El me contaba unos secretos, yo le contaba otros. Al final del año se sentía una energía detrás de su aparente frialdad, algo de dulzura encubierta, como un afecto oculto. Pero además empecé a descubrir detalles de su personalidad, incluso pude visualizar detalles de su aspecto sin haber visto una sola foto suya. El jugaba a ser descubierto por mi, y un día me preguntó, ¿Cómo me imaginas? Pero ustedes lectores ya saben la respuesta: Cabello oscuro, tez blanca, delgado, despeinado, la mirada intensa… No hubo respuesta de parte de él. Pero yo sabía que era así, no tenía ninguna duda de eso. Aún así, todavía no me di cuenta de que Andrés Azul era mi amigo imaginario. 

Por su parte. Con cada tontería que dije por las noches, él también comenzó a reconocer algo en mi. Nunca se me había ocurrido que de hecho yo pudiera ser la amiga imaginaria de alguien. 

El afecto entre los dos estaba creciendo y no conocer su identidad ni sus intenciones me empezó a causar malestar. Se lo dije. No quería seguirme comunicando a ciegas con él. Se sintió acorralado y esa noche se desató algo que no había vivido con ninguna otra persona. Sucedió que yo comencé a ver a través de sus ojos y él a través de los míos. El empezó a hacer realidad en mi vida las cosas de su imaginación. Aunque ya nos había sucedido desde antes sin que nos diéramos cuenta.

Un mes antes de esa noche, yo me había descubierto a mí misma pensando en él cada vez que escuchaba Golden Hour de Dvke en el auto. Sentía que él estaba ahí. Francamente no entendía por qué, y me parecía una fantasía inapropiada. Así que cuando aparecía esa visión de él con esa canción, la combatía. Por ese mismo tiempo esa canción lo perseguía por donde iba, aunque no era una canción que estuviera de moda, pero eso me lo supe meses después.

Mientras doy los últimos pasos para encontrarme presencialmente con él, puedo notar miradas insistentes a mi alrededor, como si algunos supieran que va a pasar algo conmigo. Las miradas me han puesto nerviosa, así que bajo la vista para clavarla en el celular. Y entonces escucho: Aquí estoy. 



Para ese entonces ya me había hecho tres declaraciones de amor, la primera fue de broma, una inocente bromita de amor. Entre las bromas una noche le pregunté si no me iba a dedicar alguna canción aunque fuera mentira, y con la promesa de que la olvidaría al día siguiente. Nos reíamos mucho de eso. Pero fue una trampa mortal porque luego esas bromitas empezaron a impactar en el corazón de los dos. Una de esas noches me dedicó: De mi enamórate.  

En la época que él llegó a mi vida yo solía andar patinando en la calle hasta altas horas de la noche. Los vecinos murmuraban cosas sobre mí, y uno de ellos se atrevió a preguntarme si no me daba miedo llegar tan tarde. Le dije que no, pero pronto me empezó a dar miedo. Miedo de llegar tarde y no estar a tiempo para platicar con él. Supe que era mi amigo imaginario cuando me confirmó que lo que le dije acerca de él era cierto, y cuando comenzamos a comunicarnos mentalmente. Entonces volví a caminar de su mano como cuando era niña, pero ahora con la certeza de su presencia, confirmada por mensajes de Whatsapp. 

Al tenerlo enfrente por primera vez, lo abrazo con los ojos cerrados, le digo cuánto deseaba estar cerca de él. Me toma de la mano y nos vamos por ahí. Ya en la tarde, el ocaso nos sorprende en el auto, y la canción Golden Hour hace su aparición. La visión que me asechaba se ha cumplido. La letra de la canción describe ese preciso momento en el auto con él. Todo se ha vuelto completamente surreal. 

Cuando vamos juntos por ahí, la música alrededor nos hace un soundtrack que va describiendo todo lo que sucede. No me explico cómo, pero he sido abducida a su mundo de fantasía.

Ya no tengo insomnio, ni ganas de irme al afterlife. Solo quiero mirarlo sonreír, caminar por ahí con él, que me cuente sus secretos mientras le doy unos besos. Que me tome por asalto en el metro, en el auto, en mis sueños. 

Bailando con Andrés en algún rincón de Coyoacán, una pareja se siente con ganas de bailar también. La felicidad y el amor se contagian. 

Al contarle unos detalles a mi prima, me dice que se siente feliz por mi, y yo le digo que me siento feliz por todos. Porque lo que ha pasado conmigo quiere decir que los sueños se hacen realidad, y no creo ser la única privilegiada. No dudo ni un instante que se te van a hacer realidad a ti que lo estás leyendo. Es claro que estás haciendo todo dentro de ti para alcanzarlos, ¿Cierto?

Autora. Rocío Azul

Música sugerida para este artículo

Angel - Massive Attack

Feelz – Lil Peep

Kiss  - Lil Peep

De mi enamórate – Juan Gabriel

Amor Tumbado – Nathanael Cano

Golden hour – Dvke

Late night talking – Harry Styles