Aprovechando este momento, les contaré algo que solo he
contado a los psicólogos y psiquiatras que me han ayudado.
Cuando era niña mi vida era de completo aislamiento, tuve
temporadas mucho más brutales que ll que estamos viviendo hoy con la cuarentena.
Porque hoy al menos sé que todo el mundo está encerrado como yo (literal, todo
el mundo), pero de niña, mientras mis compañeros de escuela, primos y vecinos
tenían una vida normal de juegos, salidas y amigos, yo tuve que soportar
aislamiento físico y social. Esto tuvo consecuencias muy radicales en mi vida
por supuesto, unas buenas y otras malas. Aunque no lo crean hubo algunas buenas
aunque las malas son más.
Una buena es que aprendí a tocar, cantar, grabar y bailar
porque tuve que refugiarme en la música y aprendí a sobrevivir con mi
imaginación. Soy experta en técnicas de ocupación en cautiverio.
Una mala es que fui discriminada porque mis compañeros de
escuela sabían que no podían contar conmigo para ningún tipo de convivencia, ni
siquiera para hacer los trabajos obligatorios en equipo. La única amiga
valiente de la infancia que osaba visitarme a escondidas para cantar una vez se
quedó atrapada en mi casa y será eternamente satanizada por mi madre. Otra mala
y bastante obvia es la depresión que cargué durante muchos años y de la que
solo logré salir con medicamentos y una estrategia muy bien definida que armé
junto con mi psiquiatra.
Uno de esos de esos días de aburrimiento sin fin, tuve la
idea de hacer una canción instrumental donde la protagonista fuera una flauta. Me
pareció genial porque era distinto a las canciones góticas que siempre componía
en aquel entonces que hablaban de muerte, quería hacer algo digerible y sentimental que
alguna vez fuera recordado tal como el famosísimo “El condor pasa”, “Flauta de pan”, o “Moliendo café”, grandes temas que están en
el soundtrack de la vida de tanta gente!
Solo había un detalle, nunca aprendí a tocar la flauta. En
la secundaria todos tomábamos la clase de música de mi querido maestro Modesto
Alcántara. El ya era muy mayor de edad, si es que viviera, actualmente andaría
rondando los 105 años.
Era alguien muy profesional y ponía a todos a trabajar en
serio en su instrumento, pero yo en la clase de música tocaba la melódica. Por
esa razón las clases de flauta las pasé de noche.
Aún así creí ingenuamente que iba a poder grabar mi gran
obra muy bien. Por supuesto, el resultado
fue desastroso, pero no quise borrarla, pensé que algún día después de practicar
mucho, podría lograr el sonido que había soñado. Eso pensé porque uno de mis
hermanos tocaba dos flautas al mismo tiempo. Pero nunca lo hice.
Hoy es el día en que decidí dar a conocer mi obra de aquél
entonces, debo advertirles que anuncié mi intención a los que están conmigo en
cuarentena y se desató una lucha por tratar de detenerme. Pero es ahora o nunca. Simplemente la soltaré
aquí y la dejaré ir! Les presento “El tema fracasado de flauta”
Sé que mi tema fracasado de flauta no me dará el
reconocimiento que esperaba cuando la soñé por primera vez. Sé que no la
compartirás porque no es una gran obra :P. Igual hace años se la enseñé a un
físico de la facultad que se rió mucho con ella y me dijo que nunca me iba a olvidar. A a las pocas semanas me lo
encontré en las quesadillas y no me saludó.
Ya en serio, en estos días les aconsejo que decidan lo que escuchan, decidan lo que ven,
no naufraguen en mares de información y desinformación que les llegan de cualquier lugar.
Soy Rocío Azul, Maestra en Ciencias Matemáticas, Profesora de Asignatura en la UNAM.
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