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lunes, 22 de octubre de 2018

El metrobús, falta calidad y seguridad.

Hoy hagamos una justa reflexión sobre el servicio de transporte del metrobús. En la Ciudad de México antes de la existencia del metrobús teníamos diferentes rutas de microbuses. Para quienes no están en Mexico, les platico que los microbuses son vehículos mediocremente manufacturados para el transporte público, que no llegan a ser autobuses, y  cuyos choferes no cumplían con ningún estándar de capacitación, por lo cual poco a poco comenzaron a sentirse dueños de las calles y a tener un comportamiento nazi con respecto a pasajeros y automovilistas. 

De pronto había demasiados microbuses compitiendo a la mala por el pasaje, es decir, convirtiendo las avenidas en verdaderas pistas de carreras con obstáculos (vehículos, peatones y ciclistas). La manera temeraria de manejar de los microbuseros no tenía en cuenta los derechos de peatones y vehículos particulares. Los accidentes que ocurrían a partir de este comportamiento de los choferes y el creciente descontento de la ciudadanía ayudaron a validar la desaparición de algunas de estas rutas y facilitar la imposición del metrobús. Digo imposición porque finalmente el metrobús pertenece a un particular, no es un transporte subsidiado por el gobierno como el metro. Hablando claro, les quitaron el negocio del transporte a unos (que no supieron cuidarlo) para darselo a alguien con más recursos y apoyo del mismo gobierno de la Ciudad de México. La primera línea del metrobús es la que corre por Insurgentes. 

Debo decir que siempre me ha parecido un transporte un tanto hostil. Además de que es más caro, es especialmente peligroso para los peatones, ya que por un lado no hay suficientes señalamientos y es un transporte que no hace mucho ruido. En algunas avenidas el metrobús circula en contraflujo y la gente no se fija siempre de los dos lados antes de cruzar. 

Y aunque algunas personas estén convencidas de que es responsabilidad del peatón fijarse bien antes de cruzar una calle, yo más bien creo que se trata de hacer la ciudad más amable para todos y con los menos riesgos posibles. En este aspecto creo que el metrobús tiene muchas oportunidades de mejora. Esto también se ve reflejado en los muchos accidentes que lamentablemente han ocurrido desde que comenzó a funcionar el metrobús. En la siguiente nota hay más información sobre esto. 


Pero no solamente los accidentes mortales han arruinado vidas, yo tengo una tía que fue embestida por el metrobús y que quedó con secuelas muy serias que le impidieron volver a trabajar y ser una persona autónoma.

El transporte más amable que tiene la ciudad de México es sin duda el metro, que hoy en día está rebasado por la cantidad de gente que necesita desplazarse. Es un transporte ejemplar, muy bien organizado, con gente capacitada para operarlo. 

Lo primero que se experimenta al viajar en el metrobús, es el impacto del movimiento en el cuerpo, sobre todo si no se tuvo la fortuna de viajar sentado.  No es un transporte adecuadamente amortiguado para personas de la tercera edad o con alguna vulnerabilidad a raíz de alguna lesión  o condición de salud especial. Además de que algunos de los choferes manejan de manera sumamente tosca las unidades. También he sido testigo de como algunos vehículos de asistencia del metrobús circulan sin respetar límites de velocidad ni semaforos. Hace unos cuantos días vi uno de estos vehículos de asistencia pasarse el alto a toda velocidad sobre insurgentes a la altura de la estación del metro Insurgentes Sur. Ese es un cruce muy concurrido,  y de puro milagro, esta unidad no se llevó de encuentro a los peatones que estaban comenzando a cruzar insurgentes. 

Si la falta de precaución y calidad del servicio  fueron argumentos que se usaron para sacar a los microbuses, es inaceptable que los empleados del metrobús estén cayendo en las mismas prácticas. 

En resumen, el transporte en la Ciudad de México es un gran negocio, y quienes lo tienen no lo han cuidado, al no ofrecer servicios de calidad. La ciudadanía siempre puede exigir que esto cambie.

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